¿Qué aporta la corrección automática al profesional de la edición? (parte 1)

Cuando hablamos de un corrector humano hablamos de un profesional encargado de revisar material escrito por un autor con el fin de asegurar que el lector reciba el mensaje con claridad y sin errores.

Teóricamente, durante el proceso de edición deberían atenderse, como fases sucesivas e independientes, revisiones textuales de diversa índole, a saber: la corrección ortotipográfica, la corrección de estilo, la corrección de concepto y, si se trata de una traducción, también la revisión de la traducción. En toda editorial que se precie, esto se sabe, pero solo en algunas se asume. La realidad es que en muy pocas ocasiones la casa editora encarga convenientemente cada tipo de revisión a un profesional especializado. Lo habitual es que el corrector del texto equis sea corrector por triplicado y él, y solo él, se convierta en el demiurgo mediador entre las ideas y lo legible que se encargue de la ingente tarea que deberían haber realizado tres o cuatro especialistas. La retribución por ello: unos setenta y dos céntimos de euro por cada millar de matrices (o caracteres, incluyendo espacios) para primeras pruebas en pantalla, y alrededor de cincuenta y cinco céntimos si son galeradas, esto es, segundas pruebas en papel. A fin de cuentas, cinco o seis euros la hora (en los casos más productivos).

faseseditorial

¿Qué pueden aportar las tecnologías de verificación automática de texto durante el proceso de corrección editorial?

Asumiendo la falta de aprecio que tradicionalmente han venido demostrando filólogos y profesionales de la lengua por la «corrección automática», debemos advertir de la injusticia cuando se trata de prejuzgar una aplicación de última generación. Por suerte para los amantes del lenguaje, las nuevas tecnologías de Procesamiento del Lenguaje Natural han permitido que actualmente existan correctores capaces de verificar, con gran cobertura y precisión lingüísticas, tanto la adecuación de un escrito a la norma ortográfica y gramatical, como (en función de los niveles de procesamiento que incluya la aplicación) la revisión de no pocos aspectos ortotipográficos y de estilo. Por otro lado, la mayoría de estas aplicaciones ofrecen la opción de no reescribir automáticamente el texto para delegar en el usuario la decisión sobre la conveniencia o no de incluir las propuestas del asistente.

¿Qué cuestiones alcanza a atender hoy en día la corrección automática?

  • stilus12 En revisión ortográfica y ortotipográfica: una buena base léxica asegurará una alta cobertura ortográfica. Esto evitará en gran medida los falsos avisos sobre palabras que existan (aunque sean poco utilizadas) e incluso verificar la escritura de nombres propios nacionales o extranjeros (ej.: topónimos, antropónimos, instituciones, nombres comerciales, etc.). Cabe mencionar además que muchas de estas herramientas incluyen un diccionario personal editable mediante el cual podemos sumar a la base léxica las voces que a priori el corrector no reconoce. Por otro lado, gracias a la cada vez mejor sensibilidad contextual de estas nuevas aplicaciones, son capaces de detectar errores relacionados con pares homófonos y diacríticos. En cuanto otro tipo de aspectos ortotipográficos, un verificador automático hoy puede indicar la conveniencia de cursivas (ej.: sobre voces extranjeras), cotejar la apertura y cierre de pares de signos (comillas, paréntesis, corchetes, etc.), avisar sobre secuencias no permitidas de signos de puntuación, verificar ciertos usos de mayúsculas y minúsculas, revisar el espaciado (dobles espacios, exigencia de espacio o adyacencia entre signos ortográficos y palabras), etc.
  • En revisión gramatical: gracias al aumento de su capacidad desambiguadora, los correctores de última generación son capaces de detectar gran cantidad de errores de concordancia a distinto nivel oracional, además de otro tipo de violaciones de índole sintáctica como puedan ser la incompatibilidad entre tiempos verbales, la no obediencia de recciones (o exigencias) preposicionales, etc.
  • en-espac3b1olEn revisión de estilo: sugerirán recomendaciones de uso para expresiones o variantes ortográficas menos preferidas, avisarán ante posibles impropiedades léxicas, registros demasiado coloquiales, propondrán alternativas a extranjerismos y voces extranjeras, reaccionarán frente a fenómenos que puedan complicar la lectura (uso abusivo de preposiciones, repetición de palabras, frases demasiado largas, redundancias, uso injustificado de tecnicismos, etc.).
  • En revisión de traducción: por ejemplo, la detección de calcos morfosintácticos entre lengua de origen y lengua meta, el aviso sobre adaptaciones gráficas incorrectas de voces extranjeras, advertencia sobre posibles falsos amigos, etc.

Pruebe nuestro corrector Stilus

¿Qué le queda al corrector humano?

Descúbralo en la segunda parte.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.